E
sta
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os tan acostu
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brados al esque
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a eclesial existente que cuando se plantea este tipo de consi-
deraciones sobre como deberían ser la Iglesia, la celebración eucarística y el funciona
m
iento parro
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quial para ser verdadera
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ente asa
m
blearios, co
m
unitarios, surgen objecciones enfatizando los incon
-
venientes operativos que resultarían de reuniones
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asivas, como las
m
isas, donde todos pudieran inter
-
venir al modo asambleario. Pequeñas comunidades como la nuestra de
Cristianos de Base
pueden
funcionar así, pero a nivel parroquial, arciprestal, diocesano… la cosa es más complicada.
E
l proble
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a es que la Iglesia no fo
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enta la organización de entidades subparroquiales, pequeñas
co
m
unidades que sí podrían servir de cauce de participación laical en los asuntos de la institución
eclesial
. D
e hecho, los pocos grupos de á
m
bito subparroquial que se for
m
an, y que la Iglesia aprueba,
son de tipo devocional, cofradías y cosas por el estilo, sin implicación en la problemática social y
sin vocación de ocuparse de las cosas del mundo. En nuestra reunión se prestó atención también al
hecho de que los nuevos sacerdotes que están saliendo de los se
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inarios proceden de á
m
bitos cultural
-
m
ente atrasados y reciben una for
m
ación religiosa retrógrada con el objetivo de conservar el actual
esquema eclesial: jerárquico, cultual, misógino, instalado en el sistema…
Se supone, y se teme, que la evolución de la institución eclesial para responder a lo que debiera
ser su misión de fomentar en el mundo los valores evangélicos puede tardar aún muchos siglos,
viendo lo lenta, o casi nula, que fue esa evolución a lo largo de dos milenios. Queremos creer que
las reformas que el actual papa intenta emprender, y el Sínodo de la Sinodalidad en marcha van en
la dirección de acometer la problemática que estamos describiendo. A este respecto, hubimos de
notar también que, al menos en nuestra diócesis, el proceso sinodal no está contando con la
colaboración y apoyo de la jerarquía. La participación de los laicos empezó tarde y se le está
poniendo fin antes de la fecha prevista. Pero además no se alentó la formación de grupos para
estudiar y debatir la temática del Sínodo. La mayoría de las personas que asisten a los cultos en las
parroquias no se enteraron de qué va eso del Sínodo. Esto se puede interpretar como un deseo de
la jerarquía de que laicado siga siendo el eterno menor de edad que fue durante muchos siglos,
que persista la diferencia artificial entre la clerecía y el laicado, que la Iglesia siga sin ser una
comunidad de iguales, una Comunidad en definitiva.
Ya señalamos que la presencia de Jesús se da en la Comunidad, cuando dos o más se reunen en su
no
m
bre y actúan co
m
o
A
sa
m
blea
. Y
en la
E
ucaristía, que no debió dejar de tener carácter co
m
unitario (de
co
m
unión). Pero ahora debemos prestar atención a otra forma de presencia de Jesús en el
m
undo,
una for
m
a a la que él le da
m
ucha i
m
portancia
.
T
uve ha
m
bre y (no)
m
e disteis de co
m
er, tuve sed, y
(no
) m
e disteis de beber; fui forastero, y (no
) m
e recibisteis; estuve desnudo, y (no) me vestisteis;
enfermo, y (no) me visitasteis; estuve en la cárcel, y (no) vinisteis a vísitarme… …cuando (no) lo
hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí (no) me lo hicisteis.
Es decir, Jesús se presenta ante nosotros en las personas necesitadas, marginadas, explotadas… En
este boletín incluimos varias de las formas actuales de marginados que genera nuestra injusta y
clasista sociedad. Un artículo de José Luis Guinot nos presenta la problemática de los pobres que
viven sin ser escuchados. Incluimos también un artículo de de Luis Ángel Aguilar que aborda la
dramática situación de las personas que son deshuciadas de su vivienda. Y también un artículo de
Luis Pernia Ibáñez que describe la tragedia de los muchas personas que emigran buscando refugio
pero naufragan en el Mediterráneo o en el Atlántico. Pobres, deshauciados, refugiados… son
algunas, pero no las únicas, de las formas que reviste la precariedad humana generada por este
sistema que se basa en la desigualdad. Cierra este boletín el mencionado artículo de Antonio
Zugasti, titulado «
Devolvednos a Jesucristo
», que viene a recordarnos que los hombres de Iglesia,
la derecha en general se ha apoderado de la figura de Jesús de Nazaret, y la usan como apoyo y
justificación de su línea política. Es una de las ideas que ya veníamos viendo en nuestro estudio y
debate de la obra de José María Castillo: «El Evangelio marginado». Debemos seguir comentando
en ese libro en nuestras reuniones; podemos volver a él para la reunión de junio, si no hay otra
propuesta o no surge algún tema urgente que requiera nuestra atención.